RIÑÓN HERRADURA: UNIÓN CONGÉNITA
Se trata de una anomalía congénita que se desarrolla durante la época de embarazo, entre las 4 y 6 semanas, por una malformación embriológica, donde se produce un trastoque en la colocación y formación de los riñones. Bajo ningún motivo un riñón herradura se desarrolla durante una alguna etapa de la vida.
Científicamente consiste en la presencia de dos masas renales distintas que se encuentran a cada lado de la línea media con una orientación vertical y que están conectadas en los polos inferiores respectivos, por un istmo fibroso que atraviesa el plano medio del cuerpo.
Se presenta en una proporción de 1 de cada 700 pacientes y es más frecuente en los hombres que en las mujeres en una relación de 2 a 1.
Puede ser diagnosticada desde edades tempranas en cualquier época de la vida, pero igual puede no ser detectada nunca y la persona puede vivir toda su vida sin siquiera imaginar que tiene riñones en herradura, debido a que no revisten ninguna patología.
No obstante, las personas con estos riñones pueden acusar fallas renales y son más propensos a producir infecciones y fenómenos de cálculos.
Casi una tercera parte de los pacientes permanecen asintomáticos, y su detección es accidental.
Los casos sintomáticos se relacionan con la presencia de dolor abdominal vago que puede irradiarse hacia la zona lumbar inferior.
Un 30 por ciento de los pacientes con estos riñones pueden presentar infecciones urinarias y la formación de cálculos se registra en una quinta parte de los pacientes.
En algunas ocasiones se llega a detectar mediante el tacto en el estómago de una masa abdominal, que evidencia la mala ubicación y formación de los órganos, pero igual no debe confundirse con cualquier otro tipo de patología.
Según los especialistas en ausencia de una sintomatología renal demostrable, la presencia de una masa rara vez se debe a la existencia de una función ural solamente, o sea que puede ser producto de una patología en otro órgano.
Al riñón en herradura se le asocia también con problemas en la obstrucción uretral, con hidronefrosis, una inflamación de cubierta del órgano, y la formación de cálculos o infecciones. Es decir que, a pesar de que no son síntomas que evidencien la presencia de riñones en herradura, tales patologías, pueden ser en cierta forma causadas por dicha malformación.
Esta anomalía congénita solo se corrige con intervención quirúrgica, la cual debe ir acompañada del tratamiento de las complicaciones específicas.
Obviamente, antes de realizar una intervención, hay que saber si efectivamente se trata de riñón en herradura y si hay dudas conviene hacer una aortografía, que no es más que un examen radiográfico de las arterias para establecer que hay una irrigación normal de la sangre y solo así en últimas se puede establecer si el riñón, así sea en herradura está funcionando bien.
Su corrección se logra con la separación de los riñones por medio del corte del conducto que los liga.
Por todo esto su diagnóstico debe ser muy claro. Es aquí donde entran a funcionar los medios diagnósticos como la ecografía, gamagrafía renal, urografía intravenosa o una arteriografía, que son mecanismos de ayuda para la detección de cualquier tipo de patología.
Los riesgos que se pueden correr durante la operación de separación de dos riñones en herradura, son muchos.
Por una parte, a pesar de los exámenes diagnósticos, dada su configuración anómala en ocasiones, solo cuando el especialista está en el quirófano logra establecer el verdadero estado de los órganos.
Por ejemplo, en los riñones normales, de la vena cava sale la vena renal derecha y la vena renal izquierda, cada una a su respectivo riñón, y de la aorta sale la arteria renal izquierda y derecha. En los riñones en herradura, pueden presentarse divisiones anormales de las venas y arterias. Incluso pueden entrecruzarse.
Pueden incluso volverse los riñones un cuerpo amorfo, donde no se aprecia su infraestructura.
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